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Entrevista al entrenador de fútbol Nano Rivas

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Entrevista al entrenador de fútbol Nano Rivas

Victoriano Rivas Álvaro, conocido deportivamente como Nano Rivas, es un ejemplo de optimismo y superación. Lo ha demostrado siempre. Primero como futbolista, etapa en la que supo sobreponerse a dos graves lesiones que no le impidieron jugar más de 200 partidos en 1ª División. Y luego como entrenador, aprendiendo a vivir de la misma manera, tanto en la victoria como en la derrota. Ahora, es el embajador de nuestra Casvi Footbal Academy. Un lujo para nuestros futuros alumnos que encuentran en él todo un ejemplo a seguir.

¿Podemos hablar de ti como el típico niño que siempre estaba con un balón en los pies?

Pues así es. A los 7 años empecé a jugar en las Escuelas Deportivas del Ciudad Real, de donde yo era. Pero fue jugando en el Caja Rural Alarcos, en cadete, cuando me llegó mi gran oportunidad. Fichar por los juveniles del Atlético de Madrid. Y lo que son las cosas del fútbol. No lo hicieron tras venirme a ver a mí; vinieron a ver a un compañero y mira por donde, les gusté.

En tu sexta temporada allí, llega tu primera oportunidad como profesional. Fichar por el Getafe.

Un equipo que, en ese momento, acababa de ascender a 2ºA. Fueron unos comienzos, sin embargo, difíciles. En la primera vuelta no conté con la confianza del míster y tuve que esperar a la segunda y a un cambio de entrenador, para superar esta situación. Pero mereció la pena porque conseguí vivir, como protagonista, tres temporadas históricas en el Getafe, con el ascenso a Primera División incluido.

¿Por qué decides, entonces, fichar por el Betis?

Porque entendí que era un salto en mi carrera deportiva. Ir a un club que acababa de ganar la Copa del Rey y que iba a jugar la Champion League al año siguiente. Para un jugador como yo que, acababa de debutar en Primera, era una oportunidad que no podía rechazar.

Pero en Sevilla llegó el primer revés de tu carrera en forma de lesión.

Fue duro, sí. La primera llegó al poco de llegar, en un partido contra el Chelsea, en Champion, que me impidió disfrutar de la fase de grupos. Luego, al siguiente año, con Héctor Cúper en el banquillo, me rompí el cruzado en una temporada en la que me estaba consolidando en el equipo como titular. Tras recuperarme, me marché cedido al Real Valladolid para buscar minutos.

Algo que te hizo vivir, quizá, una de las situaciones más rocambolescas de tu vida como futbolista, ¿verdad?

Así es. Era la temporada 08/09, y estando cedido por el Betis en el Valladolid, se dio la circunstancia que en la última jornada nos tuvimos que enfrentar entre sí con el descenso en juego. Yo quería salvarme con mi equipo; había estado todo el año con ellos. Pero tampoco quería que bajase el Betis. Teníamos todas las papeletas de que uno de los dos se fuese a Segunda. Pero tuve la suerte de que en el partido anterior me lesionara y no tenerme que ver en la tesitura de jugarlo, porque habría sido muy difícil para mí. Finalmente empatamos y descendió el Betis. Y yo no sabía si estar contento o no. Tenía una sensación contradictoria. La verdad es que he llorado pocas veces en el fútbol y ese día fue uno de ellos.

Tras tu paso por el Levante, con el que conseguiste un liderato histórico en la liga BBVA en la temporada 2011-12, decidiste irte a jugar a China. ¡Qué audaz fuiste!

Con 31 años era una oportunidad de vivir una experiencia deportiva y vital tremenda. Lo cierto es que no sabía ni a dónde iba, ni situar en el mapa la ciudad. Pero fueron dos años fantásticos, a pesar de lo inusual de la experiencia. Durante los dos años que pasé allí vivía en un hotel con todo el equipo. Comíamos y desayunábamos juntos. Todo lo hacíamos juntos. Eso sí, conseguimos que un equipo que estaba en mitad de la tabla consiguiera dos cuartos puestos, dos finales de Copa (la segunda la ganamos), e incluso jugar la Asia Champion League. Un éxito.

Tras tu experiencia en China decides colgar definitivamente las botas y en 2015 te vas como ayudante de Vicente Moreno al Gimnastic de Tarragona. ¿Cómo fue esa temporada para ti?

Fue una etapa que me sirvió para aprender mucho de Vicente dado que, deportivamente, fue un año buenísimo. Nos clasificamos para los play-off y nos quedamos a las puertas de un ascenso a Primera que hubiera sido histórico. Pero justo ese verano yo tenía la inquietud de moverme cerca de la familia. Por el camino se cruzó Ángel Torres, que me ofreció la posibilidad de coger el filial del Getafe, y me decidí por ello.

Y aquí comienza un no parar como entrenador.

Efectivamente. Mi primera experiencia como primer entrenador fue en el Getafe B. Pero antes de que terminase la temporada, el Nastic intentó contratarme para las últimas tres jornadas pidiéndome que les echara un cable. Así que allí me planté, ganamos los tres partidos, y salvé al equipo. Me ofrecieron continuar, pero por circunstancias personales decidí volver a Madrid. Sin embargo, en enero, volvieron a intentarlo y ya no pude decir que no. Pero de nuevo, las cosas del fútbol que no paran de sorprender. A falta de tres jornadas me cesaron, las mismas jornadas que faltaban cuando llegué en la anterior ocasión. De aquí me fui a Bélgica para dirigir al KSV Roeselare, y de allí, de nuevo a China, como segundo entrenador de Quique Sánchez Flores

¿Cómo se prepara uno para estar, como entrenador, siempre en la cuerda floja?

Lo que intento es vivir igual en la victoria y en la derrota. Intento que no me afecten los resultados a la hora de tomar decisiones, de planificar, de alinear, de dirigirme al jugador… Es necesario abstraerte de la vorágine del fútbol, de los altibajos de los resultados y centrarte solo en lo que puedes controlar. Lo que pasa fuera es lo que nos hace tomar decisiones precipitadas, y por eso es mejor no pensar en ello y saber que esto es parte del juego y focalizarte en tu trabajo para que no te afecten ni las cosas malas ni las buenas. Y por supuesto, aceptando que estás en un mundo en el que, si los resultados no acompañan, el primero que cae eres tú.

Sin duda, una vida muy intensa la que has vivido, deportivamente hablando, a la que se añaden tus estudios de magisterio. ¿Pudiste compaginarlo con el fútbol profesional?

Sí, sin problema. Aunque nunca he ejercido como maestro, siempre ha sido una de mis pasiones. Durante la carrera me pasaba horas buscando entrenamientos para niños de fútbol. Pero con el paso de los años fue despertando en mi la idea de ser entrenador profesional, y entonces, una vez terminada la universidad, decidí empezar con los cursos de entrenador de fútbol. Me veía todas las entrevistas a entrenadores de fútbol que encontraba. Lo mejor de todo es que Casvi Football Academy me permite unir mis dos grandes pasiones: fútbol y educación.

Tu perfil como jugador y entrenador se asemeja mucho al de nuestro alumnado y al modelo educativo de nuestro colegio: internacionalidad, mentalidad abierta, capacidad de esfuerzo y superación… ¿Como puede ayudar eso a Casvi Football Academy?

Como futbolista he sufrido muchos cambios en mi carrera profesional que me han exigido tenerme que adaptar rápidamente. Cambios de vestuario, de ciudad… Y si a eso le sumamos que en los últimos años de mi carrera esos cambios han sido a nivel internacional, pues compruebas que esa exigencia de adaptación ha sido todavía mucho mayor porque te tienes que enfrentar a países, idiomas y culturas nuevas. Lo bueno es que todo esto ha contribuido a que tenga una mentalidad bastante abierta; a ser muy consciente de la importancia que tienen los idiomas en la formación; y a empatizar con los demás, lo que será de gran ayuda con los niños que vengan de fuera a Casvi Football Academy, con el fin de saber qué es lo que necesitan para poder adaptarse mejor y ayudarles cuando les surjan necesidades, echen de menos su casa, o tengan un momento de bajón. Por ahí hemos pasado todos. Yo mismo, con 16 años, me marché de casa para jugar al fútbol y me vine a Madrid.

Los niños de Casvi Football Academy se formarán en el Colegio Privado Internacional Eurocolegio Casvi bajo la metodología del Bachillerato Internacional. ¿Esa formación en las aulas, también les va a servir para dar lo mejor de sí en su faceta deportiva?

Las bases del Bachillerato internacional te permiten desarrollar, entre otras habilidades, una mentalidad abierta y una mente crítica y pensante capaz de resolver problemas de forma eficaz. Y lo cierto es que, cuando te vas fuera de casa, necesitas mucho de este tipo de cosas, porque vas a tener que desenvolverte en escenarios a los que no estabas habituado. El Bachillerato Internacional te ayuda a ser capaz de resolver problemas por ti mismo, de indagar y descubrir mundos nuevos desconocidos para ti. Algo muy útil si lo trasladamos al mundo del fútbol. Si eres capaz de todo esto y de adaptarte a diferentes culturas y a tener compañeros de diferentes nacionalidades, con el paso de los años, cuando a través del fútbol tengas que vivir una experiencia similar, todo te va a resultar mucho más sencillo. Es un complemento muy bueno para todos esos niños que algún día quieren ser futbolistas; tener ese soporte a nivel académico que el BI y un colegio como el nuestro nos aporta.

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